
Ha muerto. La han asesinado.
Mira Laika, mira esta mujer tan bella, tan fuerte y valiente que quiso luchar contra un dragón implacable.
Un dragón con pantalones y barba. Con mente atrasada, ideas retrogradas. Un dragón que está por todas partes, que huele a dinero, a petróleo, a armas, a contrabando.
Un dragón que no tiene cara, tiene mascaras con muecas espantosas y horripilantes.
Ella, la señora Bhutto, quiso luchar contra este monstruo cínico y maloliente. Un monstruo que sólo goza matando, destruyendo, aniquilando, violando, que es sádico, que maltrata a los niños, provoca hambrunas, disfruta cuando cortan cabezas a las mujeres porqué parece ser que es una abominación pintarse los labios o escuchar a Chopin...
Machistas. Una banda de machistas asquerosos y malparidos es este dragón.
No es un cuento, Laika, es la realidad, una realidad que a menudo nos da tanto asco que no nos atrevemos a mirarla de frente. Nos da miedo pero volvemos la cabeza de lado y pasamos de largo, como si no existiese esta realidad que más de la mitad del planeta vive, día a día, sin piedad. Pero esta realidad es también nuestra realidad, y cuando matan a una niña allá, en aquel infierno, están matando a mi hermana.
Ella, la gran Bhutto, quiso pelearse. Tenía ideas, tenía conocimientos, tenía soluciones prácticas. Pero el dragón pudo más que ella, que sus ideales, que su conciencia, que el ardor de aquellos que la seguían porque sabían que ella podía abrirles puertas, ideas, caminos de esperanza.
Mira Laika, me duele mucho esta muerte, más de lo que yo pensaba, me duele por tantas cosas, entre ellas porque estoy harta, harta de ver tanta injusticia, sin parar, día tras día. Y cuando alguien, como Ella, quiere luchar contra esta injusticia y es acribillada por un asesino del Caos se me hiele el corazón de una rabia sin nombre, de una pena insondable…que yo misma no reconozco.
¿Hasta cuando el dragón seguirá matando, destruyendo?
¿Qué puedo hacer yo desde mi soledad, desde mi pequeña vida, desde mi cotidianidad?
Era una mujer bella, fuerte, una guerrera. Era amable, inteligente. Era una mujer que supo enfrentarse a su destino. Yo la admiro. Y no sé que decir, ya no se que decir. El silencio de esta muerte me deja en un limbo sin nombre.
Ya no sé que decir, Laika.