28/9/09

El cine y lo nuclear

Las películas que hablan de un ataque nuclear son siempre muy tristes. Dejan un gusto amargo en la boca y un sentimiento de gran impotencia. Sin embargo es bueno mirarlas, porque aunque sean películas tristes, como espectador podemos y debemos entonces reflexionar y cuestionarnos sobre este tema tabú y del cual los políticos casi no hablan, almenos que les sirva para hacer política.

No hay muchas películas que traten con seriedad de este tema, ya lo he dicho, es un tema tabú, como el de la muerte. Hablar de una guerra nuclear es hablar de lo que podría ocurrir a la humanidad entera y del “no retorno”. Ya que una guerra nuclear sería el final de la humanidad, el final de la vida.

¿Qué ocurriría en caso de un ataque nuclear? ¿Como reaccionaría el ser humano si misiles nucleares cayesen sobre nuestra ciudad? ¿Qué es lo que pasaría? Estas preguntas y muchas más son las que plantea la película The Day After, un film hecho para la tele, por la ABC en 1983. Y si el arte es visionario podemos, como espectador, imaginar y prever lo que nos pasaría en una situación tan horrorosa como la que ocurre en este largo metraje.

Hay algo que siempre me sorprende, viendo este tipo de películas: aunque parezcan de ciencia ficción estas películas son ante y sobre todo de información y de reflexión, y también un poco filosóficas y a la vez científicas. Estos filmes hablan de los seres humanos sin romanticismo ni idealizaciones. Hablan de la vida antes de un ataque como algo precioso, maravilloso. Hablan de lo humano, de las relaciones entre padres e hijos, de las de trabajo entre compañeros, de las relaciones amorosas. Hablan de la naturaleza, del lujo en el que vivimos, de lo milagroso de vivir aquí, sobre la tierra, nuestra madre. Y plantean lo que perderemos, si ocurre un ataque nuclear.

Son películas serias, muy interesantes, valientes. No todos queremos plantearnos estas reflexiones, porque esto implicaría más conciencia, más reflexión ante los discursos de los políticos, cambios personales también. Por eso digo que hay que ver estas obras cinematográficas desde la perspectiva humanista, ya que son películas que plantean el comportamiento del ser humano en situaciones criticas y el porque de estas situaciones.




23/9/09

Can't take my eyes off you

Esta canción tan bonita me acabo de enterar fue Franky Valli quien la cantó el primero. Aquí va Franky.






Y yo me enamoré de esta canción cuando la vi en una película preciosa, The Deer Hunter. En realidad siempre que llega este momento en el film me emociono mucho porque todo está en esta escena, todo lo importante de la película, como si esta escena fuese un poco el corazón de esta historia tan trágica y bella. En la escena vemos a los personajes principales, son jóvenes, casi inocentes, juguetones, son amigos, son un grupo, una entidad. Sin embargo todo esto terminará pronto porque la guerra lo puede con todo. La guerra separa, hiere y mata.

Aquí va esta banda de amigos cantando la canción de Franky Valli.



18/9/09

Rashomon o el bosque de la esperanza







Es casi el otoño, mi estación preferida. Y he tenido ganas de ir a visitar a mi amigo espiritual, Akira Kurosawa.

He elegido Rashomon, o mejor dicho lo que ocurrió en el bosque Rashomon, un bosque peligroso y misterioso, como son todos los bosques: andar en medio de Rashomon es viajar en el centro de uno mismo, en el centro del universo, en el centro de Todo.

¿Que pasó en Rashomon? Sabemos por seguro que hubo un asesinato. Un hombre fue encontrado muerto. Es lo único que sabemos, este fue el suceso o, como lo llamarían los franceses, este fue un fait divers. Ahora, como ocurrió este suceso ya no estamos tan seguros. Nunca sabremos la verdad de los hechos ya que no hay una verdad absoluta. Este es el tema más visible de la película de Akira Kurosawa.

Pero hay el tema principal, o como lo llamo yo, la conciencia del tema de esta película: como vivir en un mundo donde no hay una verdad absoluta.

Esta pregunta el ser humano siempre ha querido contestarla. ¿Tiene sentido la vida? Nosotros mismos, cada día al levantarnos, al abrir los ojos, nos la hacemos. O cuando somos testigos de injusticias, o cuando van mal las cosas. ¿Tiene sentido todo esto? ¿Vale la pena vivir en este mundo de locos?

Y así la película empieza con los dos personajes principales de este relato: el leñador y el monje. Ellos procurarán contestar a esta incógnita, los dos en medio de una gran confusión porque se acaban de dar cuenta que no hay una verdad absoluta.

¿Qué es lo que hay entonces?

Ha ocurrido un suceso terrible en el bosque de Rashomon, han matado a un hombre y violado a su mujer. Cada implicado en este suceso confesará los hechos, hasta el mismo muerto lo hará gracias a la participación de un médium. Cada uno dirá como vivió el suceso. Y las tres versiones serán totalmente diferentes las unas de las otras.

Entonces, ¿qué pasó realmente?

También el leñador, que descubrió el cuerpo del marido, tendrá su propia versión, diferente de las otras. ¿Estamos delante de cuatro verdades o de cuatro mentiras? ¿Y que nos dicen estas cuatro versiones?

Hasta el cínico, el hombre normal y corriente que no se hace ninguna pregunta, el hombre que no se sorprende de nada, seguro de si mismo, el que no se aterroriza ante el horror, el que es conciente que siempre habrá miseria y guerras y lo acepta, el que solo cree en sí mismo, este cínico también dará su propia versión de los hechos.

Y es ante este cínico personaje que nos damos cuenta que quizás, digo quizás, todo es proyección: cada personaje proyecta sus fantasias, sus debilidades, sus miedos ante lo ocurrido. Cada personaje juega su personaje, mintiendo, cambiando los hechos, dramatizando. Proyecciones de un ego que nos envía un espejo oscuro y tétrico del ser humano: orgullo, avaricia, soberbia.

Quizás también el cínico tenga razón, quizás el ser humano es esto y solamente esto: un ser orgulloso y mentiroso, egoísta. La vida es dura con sus calamidades, con las guerras, con el hambre. Es así, dice el cínico. Hay que aceptarlo y sobrevivir.

Pero el cínico no se hace preguntas, él mismo es un ladrón. Sin embargo el monje y el leñador sí. Ellos dudan y sufren. Ellos se preguntan. Ellos, ante tanta confusión, han perdido la fe. La fe en la humanidad, en la vida.

¿Hay esperanza? Akira Kurosawa fue un artista positivo, como lo fue Fellini. Sus películas son poderosas de energía y de movimiento. La duda y la confusión son necesarias para avanzar y aclarar. Muchos personajes de Kurosawa siempre se preguntan y siempre encuentran una respuesta. Nosotros encontramos la nuestra mirando a Rashomon, una bellísima película que habla del sentido de la vida.