12/5/12

Luz y oscuridad: Etty Hillesum

Etty Hillesum




Una de las lecturas más interesantes y ricas  que he leído (y que ocurre durante la Segunda Guerra Mundial) es el diario intimo y las cartas de una mujer extraordinaria, Etty Hillesum. Muy poca gente la conoce porque siempre pasa lo mismo en este mundo tan difícil  de las Letras: la moda y las marcas oscurecen lo que en realidad tendríamos que ver con más claridad. Pero esto es en todo, ya sabemos.

Lo que ha oscurecido a Etty Hillesum es, a mi punto de ver, la fama de Ana Frank. ¿Quien en este planeta no conoce la tragedia de Ana? Todos sabemos su historia, y su diario. Y es justamente esta fama que acaba por aburrir, y personalmente acaba para que nos hagamos esta pregunta, bien simple: ¿Y no habría alguien más, otra que Ana Frank? ¿Otros diarios, otras vidas, otras perspectivas?

Ana Frank es una marca, esto es evidente. Como lo es Guevara. Esto no quita la cualidad ni de una ni del otro. Pero es muy oficial, esto de las marcas. Y a mí la oficialidad me molesta.

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Sin embargo: Ana Frank nos enseña que es importante este espacio íntimo y personal, para evolucionar. Etty Hillesum va mas lejos: nos aprende que lo esencial y lo que hace este YO, íntimo y personal,  es el lazo indestructible  que lo une con el Universo, es decir la humanidad que me rodea.




¿Como conocí a Etty Hillesum? Fue a través de una bióloga, Joan Borysenko, que en varios de sus libros la nombra y la nombra en relación con la espiritualidad en lo cotidiano que nos puede, nos debe ayudar a sobrepasar nuestras dificultades. No en el sentido New Age. Ya he dicho que el New Age es una filosofía, bajo mi humilde punto de vista, creada por la CIA para adormecer a la gente, apartarla de los verdaderos problemas, impedirles afrontar esta realidad tal y como es. Los Eckhart Tolle y compañía pueden dar trucos para calmarnos pero esto es todo. El caso es que no nos ayudan a afrontar estos graves problemas que esta viviendo la humanidad, con sus psicópatas y sus grandes injusticias, pero todo lo contrario y  estos problemas empiezan en uno mismo, es decir en esta incapacidad que tenemos de ver las cosas claramente, y las falsas apariencias que oscurecen lo que es, ni más ni menos. La revolución empieza en casa, en lo cotidiano, en mis pequeños gestos de todos los días.  Y sin la Gracia  ni el espíritu, la revolución se transforma en algo mecánico. La Gracia y la espiritualidad nos ayudan a luchar con claridad y armonía, cada uno a nuestra manera,  y hacer frente a lo que ocurre.

El diario de Etty Hillesum, y luego sus cartas escritas desde un campo de concentración, son de una gran belleza. Esto es lo primero que veo en sus escritos, una búsqueda de la belleza. Para Etty era esencial y vital encontrarla y encontrarla en la simplicidad, en los gestos de cada día, en lo cotidiano. Pero también en todo lo que la rodeaba y esto aunque lo que la rodeaba eran ya  bajezas,  humillaciones y  horror. El camino que nos permite seguir con ella es el de un ser libre en una sociedad donde la libertad era totalmente ausente. Es más: donde ser libre era un délito.

Mujer libre y apasionada, sensual, intelectual, poeta, amante, esta es Etty. Llena de vida e inquietudes, sus ojos una mirada suave sobre el terror y el miedo, su espíritu valiente y fuerte. Ella fue un ser universal en la Holanda invadida por los nazis, un ser sin fronteras. Este es el regalo que nos ofrece su trayectoria.

Etty Hillesum


La espiritualidad y el misticismo de Etty Hillesum fueron lo que le ayudaron en este camino que tuvo que vivir. Sus enseñanzas son simples y se aplican a todo tipo de situaciones humanas: no  olvidarse ni alejarse de lo que esta ocurriendo  pero al contrario bañarse en ello, en esta realidad que es espacio de varios niveles, inseparable el dolor de la alegría, la belleza de lo horrendo, la oscuridad de la luz. En medio de las tinieblas del campo de concentración, Etty podía y era capaz de sentarse y contemplar el cielo y perderse en el cielo. Era importante para ella este momento de Gracia para luego poder afrontar lo otro, lo que no era ni el cielo ni nada, pero sí el infierno y tambien afrontarlo con Gracia. Antes, cuando vivía en la ciudad, Etty sentada enfrente de su mesa de estudio podía apreciar hasta la magnitud la belleza de una flor o de una planta o los versos de su autor favorito, Rainer Maria Rilke sabiendo, conciente, que todo esto un día ya no sería. Un día no habrían más flores sobre su mesa llena de libros, ni siquiera un día habría este libro de un poeta adorado.Fue una mujer de una gran inteligencia, preparándose espiritualmente a lo que acabaría por llegar. Nunca huyó de su destino. Y no faltaban los momentos dónde su mirada no fuese capaz de apreciar lo que no se veía, lo que la ilusión escondía por culpa del miedo o de la vergüenza. Ella cuando tuvo miedo lo afrontó y estos miedos nunca faltaron, viendo sus ramificaciones, sus tentáculos, sus estragos. Y luego habian los amaneceres, bellos y simples. Y los cielos y los pajaros.


Etty y su mesa de trabajo


Etty Hillesum no es de fácil lectura ya que no estamos acostumbrados a tanta claridad y ya que en la mayoría de los casos huimos de ella, o pensamos que la claridad es solo claridad, cuando es todo lo contrario. La luz es lo que nos ayuda a avanzar en un camino sin luz.  Etty, especialmente en sus cartas, es de una gran nitidez. Su mirada límpida sobre lo que pasaba es espeluznante porque inmersa en la compasión. Lo vemos todo desde una luz que hiere, que quema,  que nos duele, nos muestra simplemente lo que hay, lo que es pero con Amor. Y a la vez, en medio de tanta dureza, vemos a Etty sentada, mirando el firmamento, en silencio. Y vemos la armonía entre estas dos percepciones de la realidad. Estas dos vivencias, inseparables.

Etty, siempre.




Esta armonía, este lazo entre la vileza y la divinidad, que es la vida misma y la creación misma,  y que esta en todo lo que es y lo que hay, es lo que nos enseña, con suavidad y con fuerza, Etty Hillesum.





Si leemos el diario de Etty y escuchamos a Hildegard von Bingen se crea una armonía magica y dolorosa a la vez. Estas dos mujeres, creo, sintieron la humanidad en toda su fuerza.

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