
Laika, es tiempo de reír.
Si, si, Laika. Con esto de la crisis económica, una de las salidas es reír. La risa siempre ha sido una actitud casi revolucionaria. Con la risa todo pasa: los problemas de dinero, las penas, las inquietudes… La risa es buena para el cuerpo y el alma. Un masaje que nos deja relajados, nuevos. Entonces digo: ¡es tiempo de reír!
Si quieres Laika hoy vamos a aconsejar, a nuestros queridos amigos blogueros, tres clásicos del cine, tres comedias que con el tiempo no han perdido ni sabor ni potencia. Al contrario. Estas películas se han transformado en clásicos porque ya, en su base, cuando salieron, fueron unas excelentes películas. Ahora, 40 años después, 20 o 30 años más tarde, estas obras de arte han tomado profundidad, calidad, fuerza. Y nos hacen reír. Como el primer día que las vimos.
Its a mad mad world, de Stanley Kramer, salió en 1963. Todo el mundo ha visto esta película, de joven. Yo la he vuelto a ver estos días, después de más de treinta años, y me ha parecido una película tan buena, tan fresca y tan simpática que ahora la considero un clásico y esto por varias razones: el tiempo sigue dándonos, en este largo metraje, el poder reír como cuando éramos niños, con esta inocencia que todos llevamos dentro y que, al igual que una luz eterna, no se apaga nunca. Reímos de una payasada inmensa, como si estuviésemos en el circo viendo justamente esto: payasos. Y estos payasos, en la película, son actores que ya en la epoca eran muy famosos y queridos: Spencer Tracy, Milton Berle, Buddy Hackett, Mickey Rooney, entre otros, y excelentes "cameos" como Búster Keaton o Jack Benny. Total, Laika, una película maravillosa para reír un buen rato y descansar de tantos problemas mundiales y económicos.
La siguiente película que aconsejaremos a nuestros compañeros es la tan clásica ya: Oscar, con Luís de Funes, este magnifico actor francés, de raíces españolas, que tanto nos ha permitido reír con carcajadas casi rabelesianas a lo largo de toda nuestra vida. En Oscar es toda la situación que es cómica, un vaudeville clásico que transcurre en tiempo real, en un solo escenario. Yo vi por primera vez esta película cuando salió en España (Una maleta, dos maletas, tres maletas) y debía tener unos 10 años. Recuerdo la risa de mi madre, en el cine. El placer de aquella tarde siempre se ha quedado en mi, como una estrella. Y a lo largo de mi vida cuando me he sentido triste o angustiada he mirado, como terapia, películas de Luís de Funes; y como por encanto he vuelto a sentirme como aquella niña que fui, una tarde en un cine con mi madre querida.
Y por eso digo que la risa no es solo un masaje físico, la risa es mucho más. Es como el camino que nos permite ser más transparentes, más inocentes, más verdaderos.
Y como ultima película, la tan famosa y ahora clásica La Cage aux Folles, con este actor tan camaleón, Michel Serreault y el guapo Ugo Tognazzi. Esta película atrevida y simpática fue muy famosa en su época, en 1978. Yo fui a verla con mi amiga Luisa y siempre que recuerdo a esta mujer que ya nunca más he vuelto a ver, me veo junto a ella, riendo en el cine aquel del alto Montreal, comiendo Pop Corn y de vez en cuando secando lagrimas de risa. Uno puede llorar, riendo. Esta posibilidad dice mucho sobre el poder de la risa, sobre su fuerza interior. Risa buena, amiga, limpiadora, conciliadora, risa estupenda que nos une, nos hace sentir feliz, nos hace vivir en el presente, ahora, riendo.
Por eso digo, repito, amiga Laika: es tiempo de reír. Y riendo todo irá mejor.