6/3/09

Mis padres






Hoy, Laika, he recordado con mucho interés un día que mis padres vinieron a verme en la biblioteca municipal dónde estaba trabajando. Fue una sorpresa verlos entrar en aquel lugar, y recuerdo mi mirada sobre ellos, una pareja que aquel día me gustó: elegantes, serios, y diría casi bellos.

Aquel día siempre quedará gravado en mi mente, en mi baúl de recuerdos y en mi alma. Fue un día especial porque los vi tal como eran, sin juzgarlos, sin emoción, sin ataduras. Mi padre sonreía, le gustaba verme trabajar entre todos aquellos libros. Se sentaron en unos sillones y les llevé diarios y revistas.

¿Por qué ciertos recuerdos quedan gravados con más intensidad que otros? No lo sé, Laika. Tampoco no tiene importancia. O si. Ahora que mis padres ya no están solo tengo buenos recuerdos de ellos. Solo siento ternura y admiración.

Fuimos una familia disfuncional, pero esto es normal, todas las familias lo son. Peleábamos, chillábamos, no sabíamos con tantas emociones destructivas, con tantos lazos que dolían, y cadenas y prisiones que nos inventábamos. Y hoy me pregunto: ¿Por qué? Ya todo ha pasado. Yo sigo creciendo, a paso de tortuga, sigo indagando, sigo buscando. Pero queda una certitud, una verdad inalterable: si me pidiesen de volver a vivir mi vida aceptaría de todo mi corazón.

Mis padres hoy, hoy que ya no están vivos, son mis héroes. Y yo soy la hija de estos héroes. Mi padre, por ejemplo, me enseñó que en la vida hay que ser integro. El fue un hombre muy integro. Y fiel. Fiel a si mismo, siempre (y esto fue la causa de tantas peleas entre mis padres); fiel a sus amigos, fiel también a sus ideas. Con su ejemplo aprendí la integridad: modestia, honradez, lealtad. Sin embargo nunca me dijo que ser integro me llevaría problemas. He perdido, como mi padre años antes, algunos trabajos por esta integridad. Quizás hubiese sido mejor ser un poco más sinvergüenza.

Mi madre ella me enseñó la curiosidad. De esto le estaré siempre tan agradecida, Laika. Si eres curioso nunca te aburres. Y con mi madre, cuando salíamos juntas de paseo, nunca nos aburríamos. A veces podíamos pasar una tarde en un café estudiando la gente, inventando sus vidas, simpatizando con desconocidos que de repente se transformaban en personajes cercanos, más humanos.

Cuantas cosas han pasado desde entonces, Laika… Desde aquella visita inesperada de mis padres en la biblioteca. Cuando termines iremos a tomar un café, dijo mi padre. En realidad ellos siguen allí, en aquel lugar casi mágico. Y saben, estoy ahora convencida de ello, que tienen una hija que les quiere mucho.

7 comentarios:

la granota dijo...

Son anécdotas sencillas, pero que se quedan marcadas porque encierran mucho. Gracias por compartirla.

Chapellina dijo...

Lydia que bonito recuerdo.
Yo digo que con sus defectos y sus virtudes, los padres siempre dejarán una huella imborrable en nuestra vida. Simplemente por ser personajes únicos.

¡Feliz semana!

AlbertoEstévez dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Lydia dijo...

Granota, muchas gracias por tus comentarios.

Un beso fuerte y buena primavera!

Lydia dijo...

Chapellina, tienes mucha razón. Los padres además son fuerza, energia y sabiduría.

Un beso fuerte,

francesc dijo...

Siempre nos quedan, aquellos recuerdos que nos ayudan a vivir, la naturaleza es sabia y estos recuerdos entrañables son los que nos cuidan y acompañan, en nuestra intimidad
Un beso

Maripaz dijo...

Lydia, que entrañables recuerdos ...gracias por compartirlos

Pienso como tú, respecto a nuestros padres , nos han querido y le hemos querido, tal y como eran , por eso el vínculo afectivo, es enorme ...

Un beso