8/6/11

La revolución: una cuestión intima




La revolución tiene que empezar en uno mismo. Es la base.


No se muy bien cuando tomé conciencia de ello. Quizás un día, mirando como mi abuela tejía, en aquel silencio del patio de su casa. Yo iba con mis ideas y mis enfados pero mi abuelita seguía tejiendo, como si nada. Me hablaba de la guerra, a veces, y yo no entendía porque. Pero abuela, le decía yo rabiosa, ¿no ves lo que esta pasando? Y ella seguía tejiendo.


Lo que pasaba, lo que pasó, lo que sigue pasando y lo que pasará. Nada ha cambiado, solo nosotros ahora nos encontramos en el Frente, ante una monstruosidad que sigue viva, cada vez más viva y por los siglos y los siglos…


La única y verdadera revolución empieza en uno mismo, en un lugar secreto y silencioso, entre las paredes de nuestro corazón, de nuestra mente. Ahí están las raíces porque somos árboles, árboles de la libertad y de la paz. Y estas raíces empiezan justamente aquí, en este centro, en el centro de mi cuerpo.

 
Aquí, en mi centro esta la revolución, aquí, en los gestos de cada día, del día a día, en mis reflexiones, en mis pensamientos, en mi manera de tratar a los otros, en la manera de tratarme a mi misma y de tratar la vida misma. Pero para ello tengo que saber quien soy. Tengo que quitar mascaretas, las mías antes que las de los otros. E ir continuamente a este centro, mi base, mi pillar y dónde esta mi fuerza.


Quiero ser un premio Nobel de la Paz. No necesito medallas, ni millones de dólares, ni estatus ni recepciones para ello. Yo deseo ser un premio Nobel de la Paz con mi actitud que se ve en mi mirada, en mis ojos donde la luz magnifica del Sol esta siempre y que lo aclara todo, y esta luz llega y acaricia las paredes de mi corazón y de mi cerebro. En los gestos cotidianos quisiera ser un premio Nobel de la Paz, en mi porte, en mi andar, en mis manos que se abren cual infinitos pétalos de una preciosa flor.



La revolución es mi aceptación de todo lo que es diferente de mí, raza, religión, lengua, cultura, abarcándolo todo en un abrazo de entendimiento que me dice que todos somos uno y yo soy todos. Pero este entendimiento no tiene que ser presencia intelectual, no, pero presencia calurosa, bella como la cara de un recién nacido, entendimiento que puede hasta dolerme, que debe herir mi piel y hacerme llorar y chillar y reír también. Entendimiento de lo que es, entendimiento de lo que ha sido, toda esta humanidad llevada sin merced en la cavas del sufrimiento, llevadas como piedras, todas estas esperanzas y sueños y estos héroes que han luchado y muerto por ello. La revolución es el rechazo intransigente de la guerra y de los plutócratas que la promueven, de sus banderas patrióticas que solo están para abarcar la muerte del prójimo. Y el prójimo soy yo. Y el prójimo soy yo esta madre que no conozco que llora el asesinato de su hijo, y el prójimo es este hombre solitario y sin trabajo y el prójimo somos todos nosotros en busca de un camino, yo, tu, ellos, todos somos este prójimo, este prójimo que podría ser un campo de alegría, si todos hiciésemos esta revolución, una revolución que aclara, que limpia, una revolución que cambia desde las raíces, desde el fundamento, desde la base.



La revolución es esta búsqueda de la verdad aunque el precio sea el dolor de ver fantasías rotas, pero es lo único, la verdad, que hace que nos transformemos en adultos concientes y responsables. La revolución es pues un acto de valentía, de integridad interna.



En este lugar tranquilo que hay entre las paredes de mi corazón y de mi cerebro cada día lucho para la paz del mundo, raíces del cambio. Leyendo, aprendiendo, intercambiando con la Tribu, comunicando, aceptando los errores, aceptando nuevos caminos. El silencio de mi abuela tejiendo me hablaba de este caminar solitario, día a día, esta lucha cotidiana para no caer en las trampas, en las mentiras, guardando silencio, luchando y soñando cada uno desde este árbol que esta por nacer dentro de nosotros.

7 comentarios:

Franziska dijo...

Si nos fijaramos con atención en la vida de los animales, quizás, nos entenderíamos mejor porque todas nuestras complicaciones, para lo bueno y para lo malo, nacen en nuestro cerebro. Y el mayor error es pensar o buscar fuera de nosotros. Creo que nuestra amiga Laika está abandonando su sencillo ser irracional que es el que está más cerca de la verdad, y se está complicando con las preguntas que se hacen algunos humanos o con las cosas a las que aspiran. Si la sacaras a dar grandes paseos, que se cansara mucho y ladrara de vez en cuando con sus congeneres, quizá, dejara sus preocupaciones y volviera a ser la Laika que nunca debió dejar de ser.

Un abrazo de Franziska

Lola dijo...

Muy bonito, pero que mucho, todo lo que dices. Verdad es que la revolución es una cuestión íntima y me uno a ti en esta tarea de sentir a mi prójimo muy cerca de mi. Un abrazo Lola

Lydia dijo...

Franzisca creo que estas diciendo que soy una persona irracional? No creo... Ni soy irracional ni estoy loca ni estoy fuera de la realidad ni creo tampoco que me estoy complicando la vida, creo yo. Quizas doy esta impresión pero no es así. Mi perrita esto sí sigue como siempre, sonriente, alegre, simple en su modo de ser y menos mal que esta aqui, cerca de mí para hacerme vivir el presente y hacerme sentir bien.

Gracias de todas maneras amiga por tus sanos consejos. Un abrazo,

Lydia dijo...

Lola, gracias a tí tambien por tus amables palabras. Cada uno a su manera haremos caminos llenos de flores.

Un abrazo,

Franziska dijo...

Aquí hay un mal entendido y es muy fácil que sea yo quien se haya equivocado. Entendí que era Laika quien reflexionaba y creo que es una perra.
Ya veo que no era así, entonces permíte que ponga las cosas en su lugar. Sólo advierto que somos los individuos de nuestra especie los que nos complicamos la vida con estas cuestiones. Eso es todo.

A veces me hago unos líos tremendos. Perdonarme. Tengo que admitir que me equivoco pero deseo que quede claro que no es mi intención herir a nadie pero como el resultado ha sido el que ha sido... habrá que tomar nota.

No suelo volver atrás cuando he dejado un comentario y sin embargo hoy si lo he hecho ¿por qué? Te aseguro que no lo entiendo: debe ser que en mí funciona lo instintivo, lo irracional: esa parte animal tan maravillosa que tenemos. A mí, al menos, me ha funcionado hoy.

Lydia dijo...

Amiga Franziska te puedo asegurar que no me has herido en absoluto, aqui no estamos para herir pero para escuchar y dialogar. Las palabras a veces no expresan concretamente lo que queremos decir y en el mundo virtual falta la voz, la presencia fisica, hay mal entendidos, situaciones misteriosas...

Claro que sí, tienes razón, si fuesemos perros o perras no nos hariamos estas preguntas, no sufririamos de esta manea por cosas que no podemos controlar, y los animales tienen este don de hacernos vivir en el presente, de hacernos aceptar lo que viene y de hacernos reir y jugar. Lo que pasa es que somos humanos y no es que nos guste complicarnos la vida, es más bien que nos gusta indagar en la vida y buscar la verdad y luchar para la verdad y entender lo que esta pasando. Los perros y los gatos tienen razón de ser como son, es la unica manera de guardar el espiritu sano. Ellos son unos guias y unos maestros que tendriamos que tenemos que escuchar y seguir.

Un abrazo,

Miguel en el blogger ese dijo...

Es la mejor frase, definición, consejo, apuesta, indicación, etc. que he leído sobre la revolución y coincido con tu criterio, querida amiga.

Tu buen criterio.

Abrazos,

Miguel