23/9/08

El soplo de la muerte en mis orejas





Ayer Laika, estuve a punto de morir. Resbalé en casa y me golpee la nuca sobre una escalera de cimiento. El dolor fue atroz, como si alguien me hubiese clavado un cuchillo en la nuca. Pero lo más difícil de aceptar, lo que realmente dolió fue esta impotencia frente a un accidente. Y la muerte pasa al lado, soplándote en la oreja sus buenas tardes.


Sé que estuve a punto de morir porque si me hubiese golpeado un poco más abajo sobre la nuca, una milésima de centímetros más abajo, ya no estaría aquí contándotelo. Pero también lo sé porque cuando me levanté del suelo, con el dolor en la nuca, como en cámara lenta, supe que algo terrible había ocurrido. Me puse arcilla sobre el golpe y me estiré. El dolor era como una canción interior sobre la muerte, sobre mi muerte. Mi preocupación en aquel momento era de no morir para no dejar solo a mi marido. Y luego no quería morir: hay tantas cosas bellas en la vida, el verde del bosque, los paseos contigo Laika, la paz que hay en esta casita, mis animales, el cielo, el silencio, el viento, la lluvia, los libros. No quería que todo esto desapareciese en un instante, por culpa de un descuido, de una falta de atención que causó que mi pié resbalase. No podía ser que todo eso se me fuese de la vida, que yo quitase todo esto. Que yo dejase todo esto así, en una milésima de segundo.


Por la noche, entre el dolor y el miedo, había esta alegría feroz de seguir viva. Me parecía que estaba viviendo un milagro, y que este accidente era como un mensaje, una voz que me hablaba de algo al que no estoy preparada, ni mucho menos. Me parecía, y me sigue pareciendo, que este contacto con la muerte, mi muerte, es una lección infinitamente preciosa y valida.

No, Laika, no estamos preparados a morir.


Tuve la sensación de que me faltaba tiempo, tiempo para arreglar cosas, para finalizar cosas. Pero es inútil. Seguimos inpreparados. Seguimos pensando que somos eternos, que tenemos tiempo para decir lo que tenemos que decir, hablar lo que tenemos que hablar, hacer lo que tenemos que hacer. Ayer, de súbito, me di cuenta que no, que por muy concientes que estemos de que somos terrenales, que somos como una brisa, efímeros, transitorios, fugaces, no sabemos que nuestros días están contados. Y que cuando llegue la muerte la miraremos con gran sorpresa.


Hoy digo gracias a la vida, y te miro y sé que es un milagro verte, Laika.



10 comentarios:

la granota dijo...

Bueno, yo me alegro de poder seguir leyéndote. Es increíble lo frágiles que somos y lo fuertes que nos creemos. Hay que disfrutar cada momento y esas cosas que se dicen y luego se olvida la lección fácilmente.

Lydia dijo...

la granota, muchisimas gracias por tus palabras. Sabes, a veces creo que estoy muerta y que esto es un sueño, que creo que sigo viva pero que no lo estoy. Somos muy frágiles y a la vez tambien somos muy fuertes. Te puedo asegurar que el craneo es muy duro, yo lo sé. No lo sabia pero ahora lo sé.

Un abrazo,

Chapellina dijo...

Es increíble que en cuestión de segundos nuestra vida penda de un hilo. Realmente es aterrador.

PD: Menos mal que sólo fue un susto.

Un abrazo!

Lydia dijo...

Hola Chapellina,
si, solo fué un susto. Pero como todos los sustos se me ha quedado en los huesos. Solo el tiempo me hará olvidar este momento dónde sentí mi pequeñez, lo absurdo, mi fragilidad. Pensamos que somos fuertes y en realidad somos unas hormiguitas de nada. Por eso nunca mato a las hormiguitas, ni a las arañas... Hay cosas peores, ya se... pero todo es tan relativo. Digamos que es el peor susto que he tenido en mi vida.

La vida continua, Chapellina corazón mio. Un beso fuerte!

Imagine Photographers dijo...

BBbFFff..,! Me alegro mucho por ti y por Laika,,,bueno y también por mi un poquito, deseo seguir visitando tu blog:)
Tienes un buen motivo para celebrar, esta zona de la cabeza, es muy delicada, ultimamente soy mucho mas consciente de lo complejos y delicados que somos y también me hace ser mas sensible a mi entorno natural.
Estoy de vacaciones y no puedo mirar los videos de tu blog, pero cuando regrese, no me los pierdo.
Besos,
Franki

Anónimo dijo...

Estos pequeños accidentes nos van quitando el miedo a la muerte.

Saludos.

José Cemec dijo...

Llego de las vacaciones y ¿qué me encuentro?

Menudo susto, sobre todo porque la cabeza es muy delicada y hay que tener mucho cuidado con ella ya que es la que controla todo nuestro cuerpo.

Me alegro mucho de que sólo haya sido el golpe y el dolor.

Por experiencia he visto la muerte muy de cerca y soy consciente de lo frágiles que somos. Pero tenemos también que saber convivir con ella ya que nos enseña multitud de cosas, entre otras que debemos apreciar y disfrutar de todas las cosas de este maravilloso y fascinante mundo en el que vivimos, ya que en cualquier momento nos puede tocar.

Pobre del que se cree inmortal y se pasa la vida planeando cosas y viviendo de sus fantasías.

Ya estoy en casa, así que a tu disposición para lo que necesites.

Un abrazo.

Lydia dijo...

Black Eagle has vuelto! Que alegría volverte a leer. Morenito debes estar, con tanto sol y playa...
Gracias por tu comentario, tienes toda la razón, y la vida es maravillosa, las pequeñas cosas de la vida, estas que son tan importantes, los pequeños gestos, y todos tenemos que morir, ya sé, ya sé... Y somos unos inutiles, unos burros, cuando lo que cuenta es este respirar profundo que nos conecta con el universo, y la vida es un milagro.

Un abrazo,

Anónimo dijo...

Hola lidia!!! soy isa( del club de lectura) hacia tiempo que no pasaba por aqui, me gusta mucho tu blog. Me alegro mucho de que todo se quedara en un susto. Un abrazo fuerte

lola dijo...

Hasta hace muy poco tiempo me aterrorizaba pensar en que tenía que morir algun dia. Yo no se lo que me ha pasado pero ahora solo me suscita curiosidad.
Quieres leer en mi blog un post que se llama "Reflexiones"?
Gracias por tu comentario al que te voy a contestar ahora mismo. He entrado en tu blog, que es el de Laika, y me ha gustado. Volveré.
Besos Lola
http://boheme.zruspas.org