16/3/12

Hoy, más que nunca, Andrei Rublev, de Tarkovsky

Andrei Tarkovsky

Hoy en día, más que nunca, la gran obra de Tarkovsky: Andrei Rublev

No es la primera vez que veo esta película y sí, recuerdo aquel día cuando la vi, y mi estado de animo al verla después de las tres horas que dura esta realización, y como me sentí a lo largo de toda la función en un estado de gran meditación. Ya que la obra de este director ruso esta hecha para ello, para meditar.

Necesitamos meditar, lo que es muy cercano a estar solos con nosotros mismos. Tarkovsky dijo que es importante estar más solos, que es esencial esta soledad para el crecimiento interior. El cine de Tarkovsky es un cine estético, que pide del espectador presencia y silencio. No es un cine de masas, y es un cine que nunca llegará a ellas ya que las masas piden divertimiento y olvido y porque las masas temen al silencio.

El cine de Tarkovsky, a mi entender, es un cine bello y artístico, donde el silencio es primordial para dejar al espíritu que hay en nosotros vagar, viajar, divagar y concentrarse a la vez, conectar con la belleza y el dolor que se nos es mostrado bajo la mano del artista. La película Andrei Rublev esta construida bajo esta óptica: la  de mostrar unas escenas como si fuesen cuadros y permitirnos entrar en ellos, ser testigos, reflexionar sobre lo que estos cuadros muestran. Son estos un espejo, artísticamente bien manejado, que nos permite vernos a nosotros mismos.







¿Quienes somos? ¿Que hacemos aquí? Que sentido dar a todo esto,  a la vida,  a la muerte, al  dolor, la miseria, la guerra… Andrei Rublev  es la historia del camino de un artista, un monje pintor de iconos y de frescos que vivió en una época extremadamente dura, y que gracias a esta dureza pudo crear. Tarkovsky dijo también que el sufrimiento del artista es necesario a la creación. Si viviésemos en un paraíso, el artista no tendría su lugar. También dijo algo muy importante: cada experiencia que vive un ser humano es personal, cada generación tiene que vivirla, cada ser humano tiene que vivir su propia experiencia, fuente de evolución. Los consejos no sirven de nada. En este sentido la libertad parte ante esta normativa: eres el maestro de tu propia vida, la experiencia es tu camino de crecimiento.

Andrei Rublev, pintor, artista,  fue testigo de un momento brutal y esta experiencia suya fue la fuente de su arte. A lo largo de la película vemos las dudas del creador: ¿de qué sirve mi arte ante todo esto? ¿Por que el arte cuando la humanidad esta en la obscuridad más oscura? ¿Tiene sentido crear? Preguntas existencialistas que nosotros, ante las suyas, también nos hacemos y nos las hacemos a lo largo de toda nuestra vida. Sabemos que acabaremos todos en polvo, como así fue de Andrei Rublev, como fue de Tarkovsky,  como ha sido de todo, de los grandes hombres como de los pequeños, de los imperios, de los invasores, de los que sufrieron la invasión. Todos en esto que es polvo, tierra y humus. Nada más ni nada menos.

Lo que queda es pues las obras de arte, y la naturaleza. Esta es un personaje muy importante en toda la obra de Tarkovsky, casi el principal actor, su presencia es infinita y bella, llena de sonidos, de colores, de formas, llena de este silencio y de esta veneración que le debemos ya que la naturaleza es nuestra madre, nuestro suelo donde vivimos y morimos, nuestro camino a todos. Ver una película de Tarkovsky es como andar pies descalzos sobre la hierba y uno sale de la sala como regenerado, vitaminado y un poco más feliz.

Andrei Rublev  no es una película fácil de ver. Ninguna película de Tarkovsky es fácil porque pide del espectador todos los sentidos, porque está creada para la presencia del silencio interior y porque esta en particular es muy larga. Si apenas podemos concentrarnos en 5 minutos, ¿como podremos hacerlo durante 3 horas seguidas?  Pero justamente porque no podemos concentrarnos 5 minutos que debemos hacer el esfuerzo de ver esta película. Sin embargo Andrei Rublev  esta montada por capítulos, 7 en total, cada uno separado en sí, cada uno una historia en sí, un mundo, un misterio, una etapa para hacer de toda la película un gran fresco que solo tiene sentido en la unión de todas estas partes. Es pues posible ver esta película en sus capítulos, a nuestro ritmo.


Al ver esta larga historia nos damos cuenta de la actualidad del tema que es el de la condición humana, nuestro legado desde siglos y siglos y que aunque ahora vivamos en una era tecnológica seguimos en la oscuridad total. Tenemos ordenadores, comunicamos con ellos, tenemos coches, viajamos… y sin embargo seguimos en la oscuridad, la humanidad sigue bajo el yugo de los Tártaros, hoy vestidos de nombres corporativos, siguen los príncipes sádicos, las elites egoístas y sin alma. La brutalidad esta presente, por mucho que no queramos verla, igual de brutal que durante la época de Andrei Rublev, igual de sádica e igual de psicopática. Nada ha cambiado, solo las apariencias.

La  invasión de los Tártaros y las atrocidades que hicieron es un capitulo muy importante en la obra de Andrei Rublev en parte porque a partir de este momento (Andrei fue testigo de las barbaries), el monje pintor decide guardar el silencio. Un silencio a todos los niveles, tanto de la palabra como de la creación. Más tarde Andrei volverá a utilizar la palabra, para consolar y… para crear. Es entonces un momento clave para la evolución de Andrei, el silencio como arma y como auto-reflexión. Los Tártaros siguen vivos, cometiendo los mismos crímenes, ayer en Libia, hoy en Siria, y mañana en Irán. Es entonces esta película una reflexión sobre nuestro presente y como dije antes, un espejo de lo que fuimos y seguimos siendo.

La esperanza sin embargo existe, es esta luz que produce el arte, es el amor, es la compasión que nos transmiten las obras de los artistas. Andrei vivió en la Edad Media y le tocó crecer en una época de gran dolor y miseria. Nosotros nos ha tocado vivir este momento y también viviremos un gran dolor. Queda el arte pues, que es una escuela de los sentimientos.



12/3/12

Mory Kante

Mory Kante
Pues aquí esta uno de los mejores músicos de Africa, del Malí, una de las más bellas  voces del continente, cuna que dió luz a los griots, estos hombres que cuentan historias de dioses, de leyendas y misterios, de mitos y aventuras, de vidas...  Voz y música, vitalidad, energía, circulación. Me gusta tanto esta composición que la quiero compartir con vosotros para ofreceros el poder que hay en ella,  y que yo percibo como un regalo de la tierra, de los cielos, de seres divinos de piel oscura y bella. A disfrutar pues algo que es como una ola de felicidad, de presencia y de  fuerza.







9/3/12

Carol Shields

 Carol Shields

Me gustaría recordar el primer día en que vi uno de sus libros, o su nombre, el primer día en que mis dedos rozaron uno de sus libros, este por ejemplo, el que ahora tengo entre mis manos, Swann, el primero que leí de ella. ¿Cómo fue? me pregunto. Y no llego a poner ninguna imagen, debió de ser en aquella librería pero por que me llevé el libro en casa, y cuando empezó este amor que siento por ella, ella que ya no esta, Carol Shields…

Sus libros son como pequeños tesoros. Una abre la cajita y aparece una luz límpida y bella. Y esta luz, además de ser hermosa, es fuerza y energía.

Hay escritoras así, de las que me enamoro. Carol Shields es una de ellas.

Esto sí: recuerdo que leí todas sus novelas en un año entero, con pasión. Fue un año importante en mi vida, un año de mucha energía, de toma de decisiones, de cambio. Recuerdo que las novelas de Carol me empujaban en esta energía, que yo rebosaba de felicidad, que yo también era otro personaje de sus historias, otra mujer vibrante y cambiante, que la vida era un regalo que yo veía en fin, que el cielo que yo contemplaba era muy parecido al que sus heroínas contemplaban mientras hacían sus tareas, iban al trabajo, se enamoraban, viajaban, investigaban sobre sirenas o sobre jardines. Todo me era tan familiar. Y Carol Shields siempre abriendo, abriendo ventanitas, abriendo trocitos de mi alma, investigando conmigo esto tan extraño que es la vida, y sobre todo la vida de una mujer, yo.




Desde entonces sé que ella es una de las mejores escritoras del siglo pasado y de este también ya que murió en 2003. Murió, por cierto, sin que yo supiese y esto porque mi vida había tomado otro camino del que yo esperaba. Y en medio de una depresión y una gran soledad y muy lejos del Canadá, también su tierra, no me enteré de su muerte. Años más tarde, al volver a leerla, quise buscar su dirección para escribirle lo mucho que ella significaba para mí, para mi vida. Pero ya era tarde para decírselo.

Hoy vuelvo a leer este  primer libro que un día cogí entre mis manos. Como aquel entonces, vuelvo a sentirme feliz, sin razón, o sí: estoy viva. Como sus historias, como ella misma, que sigue en sus historias, en sus cuentos, en sus poesías y biografías. En esta manera tan particular y magnifica que tenía de mostrarnos lo cotidiano desde un punto de vista mágico, alegre y simple, humano, vital.

Hoy honoro esta mujer que ha escrito unas novelas extraordinarias que hablan de la vida. La honoro por su valentía, su maestría en el lenguaje, su innovadora manera de contar una historia, su coraje de abordar la vida de mujeres y hombres desde la intimidad con un cariño y una sensibilidad que  hacen de la lectura un viaje interior posible. Honoro a esta escritora que supo de los recodos más escondidos de todo lo que nos rodea: la naturaleza, objetos, casas, paisajes, fotos, etapas de la vida, muertes, matrimonios, el amor, la ternura, libros… Que supo, con magia y energía bella, ir más allá de las aparencias.