2/12/11

Un libro de fuego y de sangre



Hay libros que queman, como si el fuego los hubiese marcado. Fuego y sangre, dolor y exaltación. Desde un más allá no muy lejano y sin embargo… al leerlos estamos inmersos en este presente. ¿Cómo es posible? 

Leo este libro y me quedo atónita. Leo sobre el comienzo del Tercer Reich y estoy leyendo mi presente, en 2011. Todos los regimenes fascistas tienen un suave comienzo, unos pasos lentos y sinuosos, una danza de la serpiente, apenas perceptible en lo cotidiano, como si todo ocurriese a un nivel subterráneo. Quizás es como si todo ocurriese en una pesadilla sin que sepamos que estamos en una pesadilla. 

Y este libro habla de todo esto: de cómo un personaje inmundo, llegado desde la más profunda oscuridad escabrosa, desde el infierno, pudo transformarse del día a la mañana en un líder de un país con su discurso racista y obsceno. Fue posible, lo sabemos. Hitler y su política existieron. Hoy en día tenemos la misma sensación de deja vu. 

Siempre me he preguntado como fue posible todo aquello que ocurrió y no es hasta que he empezado a informarme sobre la ponerología ( que es el estudio del mal en la esfera política) que no he encontrado respuestas valuables. Sin embargo una cosa es la ponerología, otra  como un pueblo, toda una nación, haya podido ser “cómplice” de tanto terror y barbarismo. Sin embargo también todo es lo mismo: unos déspotas sicopáticos crean un sistema de psicopatía. ¿Pero cual es el proceso? ¿Como ocurre  esta  transferencia de un grupo de lideres enfermos a todo un país? 

Este libro, pues, habla de todo esto, repito, en unas memorias que duelen como el fuego y la sangre porque son la voz de una conciencia y de un despertar- Y los que estamos hoy despiertos y tenemos una conciencia estamos pues ante el mismo dilema, el mismo panorama, la misma inquietud.

Lo que salvó la vida a Sebastian Haffner fue su nariz, este sentido nuestro el más potente de todos, el más primario, reliado a  la intuición o quizás a un conocimiento vital e invisible, a una memoria colectiva. Aunque lo que estaba ocurriendo en aquellos días  no tuviese ninguna referencia para Haffner , ni histórica ni social…La nariz del señor Haffner le salvo la vida porque respiró un mal olor, un terrible olor a carne podrida, a carroña, a cementerio. Y este olor terrible y espantoso, que él nunca había olido antes, que era nuevo, al que no se le podía poner ninguna etiqueta, fue el principio de un temblor, de una visión más amplia de su entorno, el comienzo de una intensa reflexión sobre lo que estaba ocurriendo en la Alemania de los años 30.

Este libro habla de la conciencia y de cómo es en definitiva terrible perderla y de cómo se pierde esto que es primordial para la supervivencia del ser humano. Cuando uno pierde la conciencia uno se pierde en el instinto primal, uno para de ser humano y se transforma en una bestia. ¿De qué manera perdemos la conciencia? Poco a poco, sin darnos cuenta. Y los líderes de aquel entonces, como los lideres de hoy en día, saben como hacernos olvidar que tenemos una conciencia, saben como arrematarla, saben como utilizar este instinto de bestia sin conciencia que todos tenemos en nuestras sombras humanas.  

Los nazis utilizaron los mismos artefactos que los políticos de hoy utilizan: la propaganda, las mentiras, las falsas banderas y el racismo. También utilizaron  las amenazas, el miedo, y finalmente el terror. Así de simple. Pero el ser humano es simple, si nos ponemos a pensar en ello. 

Las memorias de Haffner empiezan con estas palabras:  

La historia que va a ser relatada a continuación versa sobre una especie de
duelo. Se trata del duelo entre dos contrincantes muy desiguales: un Estado
tremendamente poderoso, fuerte y despiadado, y un individuo particular pequeño, anónimo y desconocido. Este duelo no se desarrolla en el campo de lo que comúnmente se considera la política; el particular no es en modo alguno un político, ni mucho menos un conspirador o un «enemigo público». Está en todo momento claramente a la defensiva. No pretende más que salvaguardar aquello que, mal que bien, considera su propia personalidad, su propia vida y su honor personal. Todo ello es atacado sin cesar por el Estado en el que vive y con el que trata, a través de medios en extremo brutales, si bien algo torpes.  

Dicho  Estado exige a este particular, bajo terribles amenazas, que renuncie a sus amigos, que abandone a sus novias, que deje a un lado sus convicciones y acepte otras preestablecidas, que salude de forma distinta a la que está acostumbrado, que coma y beba de forma distinta a la que le gusta, que dedique su tiempo libre a ocupaciones que detesta, que ponga su persona a disposición de aventuras que rechaza, que niegue su pasado y su propio yo y, en especial, que, al hacer todo ello, muestre continuamente un entusiasmo y agradecimiento máximos.  

Los tiempos han cambiado, es cierto. Vivimos ahora en el Siglo XXI. Pero seguimos estancados, petrificados bajo el yugo de los mismos que permitieron tantas atrocidades. Solo han cambiado los nombres, las caretas. La situación del individuo, al leer el libro de Haffner, parece la misma: enfrente de la bestia, ¿como reaccionar? ¿Transformandonos en una bestia? Tenemos la eleccion.

 De lo que se trata aquí es de la vacunación sistemática de todo un pueblo -el alemán- con un bacilo cuyo efecto consiste en que todos los portadores actúan contra el prójimo con ferocidad, o dicho de otro modo: se trata de liberar y cultivar aquellos instintos sádicos cuya represión y destrucción ha sido obra de un proceso civilizador de muchos miles de años de duración. En uno de los próximos capítulos tendré ocasión de demostrar cómo amplios sectores de la nación alemana -a pesar de su debilitamiento y deshonra generales- sí que logran reunir defensas, probablemente a partir de un oscuro instinto que les advierte sobre lo que está en juego. De no ser así y en caso de que este intento de los nazis -núcleo principal de todas sus aspiraciones- llegase a buen término, todo conduciría a una crisis humana de primer grado, en la que se pondría en cuestión la pervivencia física de la especie y cuya única escapatoria consistiría probablemente en recurrir por fuerza a medios espantosos, como la destrucción física de todos los afectados por el bacilo lobuno. 

Este libro se lee como una novela de horror, o como un libro de amor. Los dos extremos están, esto es lo que pasaba. Entre el horror y el amor un hombre decide mirar su realidad con unos ojos tan abiertos que hoy siguen mirando, y esta mirada atraviesa el tiempo, es una mirada eterna, ilimitada.  El libro fue escrito en 1939, antes de la guerra y Haffner lejos de Alemania. Pudo sobrevivir al cataclismo porque vio. Vio los síntomas, los signos. Y supo elegir.

Pero no es una novela de horror, no es una novela, son unas memorias terribles de inteligencia. Y aquí están, fuera del tiempo, como advertencia.


 Estoy leyendo: Defying Hitler por Sebastian Haffner, ed.Weidenfeld & Nicolson, London, 2000.


Podeis bajaros el libro en castellano en esta pagina