23/10/10

La locura justa del pueblo


La ONU se ha ocupado tan estupendamente de Haití, después del terremoto, que no es sorprendente pues que ahora haya cólera en esta pequeña explotada y maltratada y mártir isla del Caribe. Los Clinton y los Bush, me pregunto, ¿qué hicieron con el dinero que las buenas personas enviaron para la ayuda a Haití? ¿Qué ha hecho la ONU para ayudar a los haitianos?




El mundo esta loco, loco, tan loco que tenemos que vigilar para no enloquecer nosotros mismos. Todo sale a la superficie, la mierda, los escombros, los canallas. Lo vemos todo, que lo queramos o no. Muchos, la mayoría, son capaces de hacer como si nada, e ignorar este escalofriante olor a podrido que se empieza a oler en todas partes, en los despachos de los tecnócratas particularmente. Podridos están los tecnócratas y sus olores comienzan a marear al pueblo que se esta volviendo loco. Tecnócratas imbéciles y sádicos.



Haití tiene cólera, y morirán niños y niñas victimas de los tecnócratas que empiezan a oler a podrido. Un día caerán, digo yo, estos vampiros de la miseria. Tienen que caer, no cabe duda, el pueblo esta volviéndose loco y quiere que estos tecnócratas caigan, podridos y malolientes, en medio de la mierda que son. ¿Cuándo? Falta poco. La locura despierta, vamos que despierta. Siempre llega un momento que el pueblo, enloquecido, empieza a mover trastos, a encender hogueras, a chillar su locura roja en las calles. Esto siempre ha pasado, en la Edad Media sobre todo y ahora, que lo queramos o no, estamos de nuevo en la Edad Media. Es lo que quiere y desea la elite corrupta y orgullosa y mal oliente, que volvamos al tiempo de la peste negra y de los reyes hijos del sol...Uy, como huele mal esta elite avariciosa y egoísta. Pero pagarán. Es ley universal. Tal farás, tal trobaras dice un refrán catalán. Ya lo creo que pagarán. No se como ni cuando, pero llegará un momento que la locura expresará su rabia y lo derrumbará todo. Todo caerá sobre estos purulentos tecnócratas que hacen de este mundo un infierno.



Mientras tanto que nuestra mirada se ponga sobre los franceses que saben mucho de revoluciones.

11/10/10

La gripe y yo

Acabo de despertarme de una larga semana gripal y lo he pasado bastante mal, para no decir que infiernos mentales y físicos me han acogido en sus brazos y que me he sentido como una pulga dentro de una barca en medio de un océano en plena tempestad.




Hoy es el primer día que puedo sentirme persona humana, que puedo darme cuenta que mi mente funciona, que todo por ahora esta funcionando aquí y ahora. Sin embargo esta gripe, muy muy fuerte, me ha dejado en un estado extraño, como lejano a la realidad. Mientras he estado enferma el mundo ha seguido con sus barbarismos, sus atrocidades, sus enfermedades. Yo me he curado, pero el mundo sigue igual. El mundo sigue enfermo, tristemente inconciente de una dolencia mortal que lo tiene amarrado, exponiendo sus supuraciones.



Es difícil volver a la realidad, a la triste realidad, después de haber estado enfermo. La enfermedad es un lapsus de tiempo donde todo se paraliza y solo cuenta esta guerra interna que uno lleva para sobrevivir, glóbulos peleando valerosamente contra virus malevolentes. Y la imagen aunque parezca infantil es cierta. Pero hoy he mirado el mundo, esta mañana, y me he preguntado como voy a poder seguir viviendo, sin sufrir, en este mundo terminal, pero que siempre ha sido así y que cada vez será peor. ¿Cómo?



He visitado la Red, mis paginas preferidas donde hay publicados artículos serios e inteligentes sobre la situación mundial pero no he leído ninguno. No puedo, aún. Cuando estaba enferma con fiebre en la cama, con fiebre y nauseas y una especie de torpor alucinante que me hacia delirar, miraba los libros tan queridos en mis estanterías y me preguntaba como era posible que yo les diese tanta importancia. Y miraba mis cosas y me preguntaba porque le damos tanta importancia a esto que es tan lejano a nosotros, mi mesa de trabajo, mi ordenador, mi impresora, mi bolso, mi diario intimo… todo me parecía lejano, inútil, molestoso. Yo solo quería la paz, la paz interna, la física y la mental. Ya no voy a leer más, me decía con tristeza. Ya no voy a comer más, a reír más. Me estoy muriendo. Y lo solo que me calmaba un poco era mirar a mis perros y gatos, quietos y atentos a mi alrededor, vigilándome en un silencio reparador.



Quizás estamos realmente cuerdos cuando inmersos en esta etapa donde solo cuenta esta paz, que significa aceptar los infiernos interiores, hacerles cara, abrazarlos, reconciliarnos con ellos y así poder continuar.



¿Por qué el mundo no es capaz de recogerse y de partir a cero? ¿De sanar, simplemente? La espiral en la que estamos metidos es tan terrible. Es la misma que cuando uno yace medio vivo medio muerto en una cama donde solo reina la soledad. ¿Qué es lo que nos hace falta, como humanidad, para parar esta caída en el vacío?



Para curar la gripe no existen antibióticos. Tampoco hay antibióticos para curar la tierra. Para curar de la gripe hay que aceptar estos días largos como noches infinitas y tristes, sin luna ni luz, hay que aceptar esta gran soledad física, mental, hay que aceptar nuestra humanidad y tener confianza en que todo pasará y que la gripe pasará, como pasan las tormentas, los huracanes, los temblores de tierra. No hay antibióticos para salvar la tierra. Pero sí hay un largo camino oscuro que tendremos que pasar para ver la luz.