22/1/09

Presencia

Laika, escucha…


Cuando estoy contigo me aparto de la locura del mundo para centrarme en algo que no tiene definición alguna, ni que se puede analizar. Cuando estoy contigo, Laika, estoy toda yo en este momento, en el presente. Ahora, aquí, contigo. Siento la fuerza de este instante que es mi vida, mi vida en este instante, aquí y ahora.


El mundo es una locura, sí. El mundo está enfermo, enfermo a fuerza de dividir, de separar, de comparar, de razonar… Miedos, fobias, soledades, eso es el mundo. Pero es posible parar este huracán, este huracán afuera, este huracán adentro. Es posible diciendo sí al ahora. Contigo Laika no es que me olvide del mundo, ya que nadie puede olvidar este horror y este sufrimiento dónde yo como ser humano tengo ancladas mis raíces, que hace parte, este mundo loco, de mi existencia, pero si puedo… vivir este momento, ahora y aquí, contigo, un momento que me alcanzas con tu naturalidad, un momento natural, un momento que se abre y me abre gracias a tu inocencia animal, a tu presencia en este aquí y ahora.


Laika, eres mi sanadora. Contigo mi mental se calma, paro de reflexionar, de pensar, de actuar, de tener un objetivo, de vivir mi pasado y mi futuro. Contigo, Laika, mi mental se calma…se desvanecen mis obsesiones, mis miedos, desaparecen mis angustias, mis inquietudes…Y llega la paz, una paz como un rayo de sol, una paz que me abre los ojos y me hace decir si al momento presente.


Flujo, vida, energía. Esto es este instante, este presente.


Laika, me sanas la cabeza. Y Salem, mi gato negro, también me sana la cabeza, y Shiva y Zen, mis dos Perritos de la Pradera, y Nina, mi otra perra, y Chanela, la gata tímida… Todos vosotros sois mis sabios sanadores. Os miro, jugamos juntos, reímos juntos… en este instante, ahora.


Participación, plenitud, momento eterno.


Es la presencia. Es estar aquí, dejar el intelecto de lado, los pensamientos de lado, es tomar conciencia del presente. No pasa nada, estoy aquí, viva, alegre, aceptando este momento único.


No hay nada más.



11/1/09

Una voz para la crisis

Hoy he tenido una pequeña conversación con Virginia Woolf. Ella siempre ha sido una amiga mía desde que descubrí su diario en los años 80 y últimamente sus cartas. Desde entonces, desde aquel día en el que abrí el primer volumen de uno de los más interesantes diarios íntimos de la literatura, se creó una amistad que ha ido creciendo de año en año. Casi treinta años de dialogo con esta mujer inteligente, sabia, evolucionada y buena, con un sentido del humor perspicaz y divertido y un talento para la descripción y el análisis que siempre me sorprenderán. Y hasta ahora voy descubriéndola, aprendiendo sobre ella, y participando en su mundo mental y espiritual.


Hoy he hablado con ella, Laika. Le he hecho unas cuantas preguntas.


Yo: ¿Cómo sobrevivir en tiempo de crisis? ¿Qué actitud tomar?


Virginia: Trabajar, trabajar, trabajar. Es una salvación, un reto. Olvidarse de la crisis, de la guerra, de todo lo que es en realidad tan artificial. Trabaja, amiga. Escribe, crea, inventa, busca, esto es lo que entiendo por trabajar. No pares de trabajar.


Yo: ¿Y las dificultades financieras? ¿Los problemas materiales?


Virginia: Hay momentos en los que vivimos en la opulencia, tenemos dinero, disfrutamos de nuestras ganancias, viajamos, salimos… En tiempo de crisis, o de guerra, hay menos dinero, todo es más difícil, cierto, pero todo pasa. Ha habido días en los que solo teníamos para cenar un trozo de pan, no había electricidad, teníamos que preparar la comida en la chimenea… Hacia frío, no funcionaban los trenes, Correos tardaba el doble de tiempo en librar las cartas, el ambiente era cargado, pesado, negro… Yo siempre guardé mi sentido del humor, sobre todo con mis amigos. Y lee, amiga, los libros siempre están para ayudarte a superar todos estos problemas materiales, como dices. La soledad, en tiempo de crisis, es necesaria. El silencio, el apartarse de los discursos oficiales, que solo espantan y no aportan nada nuevo. Anda, camina, sal al aire libre, respira hondo, mira el cielo, los árboles, las plantas, la naturaleza. Sal con Laika, no olvides que todo pasa. Anda, respira, reflexiona, comunica con tus amigos, participa en lo que puedas para ayudar a los demás, y ocúpate de ti misma.


Yo: Virginia, ¿Qué has aprendido en tiempo de guerra?


Virginia: En tiempo de guerra he trabajado sin parar, mi mente siempre ocupada, inquieta. He mirado, escuchado, he vislumbrado verdades, mentiras… Pero repito, tienes que trabajar, en lo que sea, es decir en lo que consideres esencial para tu vida. En tiempo de guerra estuve menos enferma ya que habían otras prioridades pero prioridades humanas. Deja los políticos mentir, crear mundos insostenibles, crear infiernos… y deja a los ciegos que los siguen hacer de este planeta un no sentido. Tú haz lo que tengas que hacer, con tu fuerza interior, tu energía, tu saber, tu valentía. Y con todo esto, más mucha compasión y mucha paciencia, sobrevivirás a la crisis.


Yo: Pero… ¿Y la muerte, las victimas, las tragedias?


Virginia: Estas viva, ¿no? Esto es lo que cuenta. Mientras estas viva puedes aprender, leer y entrar en la vida de autores que tienen algo que aportarte. Mientras estas viva puedes escuchar música, sintonizarte con los otros, ayudar en lo que puedas. Esto también es trabajo. Proyecta, yo siempre tuve proyectos de libros en mi cabeza. Ayuda a los demás, yo siempre que lo pude lo hice. Adáptate a las circunstancias. Todo es movimiento. Nada es eterno. No busques la fama. En tiempo de crisis hay que cortar, recortar. Y luchar.



5/1/09

Magia





Laika,

Me acuerdo del día en que aprendí que los Reyes Magos no existían. Estábamos en el gran comedor de casa de mi abuelita. Veo con claridad la mirada irónica de mi tía, y la de mi madre. Oigo sus risas. Me quedé petrificada. Acababa de darme cuenta, con dolor y pena, que los adultos eran unos mentirosos.

Por la noche lloré un montón, Laika. Me pareció que la vida de repente era un espacio gris, triste, unidimensional. ¿Entonces la magia no existía? Pues vaya gracia.

Pero no era cierto. La magia existe, y esto aunque los adultos sean mentirosos y te digan que no hay magia. La magia es juego, ilusión, esperanza, es sentir que la vida es un océano compuesto de muchas realidades. Es vivir la multidimensión de la realidad. Es creer en lo milagroso de la vida.

Por otra parte cuando llegó el próximo día de los Reyes Magos de repente me sentí muy feliz al ver que mi hermana menor aún creía en ellos. A través de ella, de su esperanza, de su ilusión, yo volví a vivir la magia. Estaba aprendiendo, sin darme cuenta, la empatía.

Transformarse en un adulto es un largo camino, Laika. Pero nunca hay que perder este sentido de la magia que está hecho también de mucha curiosidad, de abertura, de compromiso con sus ideales. Los Reyes Magos no existen pero hay otras fuerzas que hacen vibrar nuestra alma, existen momentos especiales dónde sentimos que tenemos alas y volamos, existen personas o animales que nos abren a otras dimensiones que no sabíamos que estaban. Lo que importa es estremecerse, mirar la vida con estos ojos de niña que creía. Es creer, sí.